(Breve reseña y análisis de la obra
“Asia y el lejano Oriente” de Isaac Chocrón e interpretada por el grupo de
Teatro UCAB)
Al ingresar en el auditorio del teatro, lo primero que
sorprende es que nos da la sensación de estar detrás del telón. Vemos utilería
por todas partes, percheros llenos de ropa de todo tipo, letreros, sillas… Esto
inmediatamente te hace romper el nexo con el mundo que acabas de dejar tras la
puerta del auditorio y te da la bienvenida a un lugar absolutamente distinto.
Tomas asiento y el otro factor que te causa curiosidad es que al parecer hay 2
escenarios, uno al fondo, abajo, el principal al que estamos acostumbrados; y
otro que va de lado a lado, dividiendo la disposición de butacas en 2, una en
la parte superior y otra más abajo, cerca del escenario principal. Al iniciar
la obra, un grupo bastante numeroso empieza a correr por todo el auditorio, por
los lados, por arriba, por abajo, por el escenario central, por el principal.
Apurados, como si tuviesen que terminar un trabajo, el reloj suena, la tensión
sube, hay gritos, uno de ellos revisa el reloj y afirma que se están quedando
sin tiempo, sigue subiendo la tensión y la incertidumbre, aumentan los gritos y
de repente, silencio absoluto y oscuridad.
Son todos los elementos de la puesta en escena, desde
el momento en que ingresas al auditorio, lo que te hace entrar en sintonía con
la obra y con el mensaje que desea transmitir. No se descuida ni el más mínimo
detalle, la musicalización está a cargo de una sola persona que tiene a su
disposición un conjunto de objetos metálicos que suenan insistentemente y
constantemente durante la obra, de forma casi automática, que nos hace pensar
en una gran máquina que no para de trabajar nunca. Veíamos que Goethe lo decía
muy claro: “Poesía, pintura, canto y música; arte teatral y tanto más; Si todas
estas artes y encantos de juventud y belleza se unen en una sola noche en forma
importante, entonces resulta una fiesta que no se puede comparar a ninguna
otra”.
La obra en sí nos presenta varios elementos que son,
en cierta forma, irónicos: Se hace llamar “Asia y el Lejano Oriente” y es
escrita por un venezolano nacido en Maracay, no conforme con esto, nos
representa una situación de un país a la que podemos decir: “no estamos tan
lejos”. Sumado a esto, sabemos que la obra fue escrita en 1966, hace casi 50
años y sin embargo nos muestra una realidad absolutamente aplicable y
comparable con la situación actual de Venezuela. Es de suponer, o al menos se
puede inferir que intencionalmente el director le dio un toque venezolano
adicional a la obra, de alguna manera para ponernos en contexto con el mensaje
que quería transmitir. Pero está muy claro, la obra es una crítica a un país
que se le quitaron las ganas de pelear por sí mismo y se entregó a la voluntad
de una potencia extranjera apoyado en la codicia de una sociedad que lo que
quiere es obtener su porcentaje de la venta total para saciar sus necesidades
personales… “No estamos tan lejos…”
Podemos también establecer similitudes entre los
aspectos de la obra y los propuestos por los autores estudiados en la Unidad II
(Henrik Ibsen, Strindberg, Beckett…).
Por ejemplo, Ibsen nos habla de “finales abiertos que
comprometen al espectador con la pieza”. Realmente el destino de la gente de
Asia y el Lejano Oriente no está claro, ya que esta termina con la llegada de
los líderes de esta potencia extranjera en medio de la repartición de la venta
del país. Esto nos hace a nosotros espectadores plantearnos un final basándonos
en la experiencia que fue la pieza en sí. Ibsen también se refiere a una
“acción teatral llevada a lo interior”, donde vemos la posición, en este caso,
la posición moral de cada personaje frente a la situación de la venta. La mayoría
se entrega de lleno a sus ambiciones personales y apoya la venta, pero muy
pocos se dan cuenta de las consecuencias que eso acarreará, “el más fuerte
siempre está solo”, dice Ibsen. Quizá el aspecto que más se note sea el asunto
del ser que nos refiere Ibsen, “se puede ser uno mismo de dos maneras: por el
derecho el revés del traje”. Refiriéndose al derecho como la autosuperación, la
trascendencia y el revés como el egoísmo, que es lo que mueve a la mayoría de
las personas a apoyar la venta y dejar de luchar por lo que les pertenece… “No
estamos tan lejos...”
De Strindberg quizá los elementos no sean tan
claramente visibles como los de Ibsen, sin embargo podemos hacer referencia a
la gran máquina que suena durante toda la obra, dándonos a entender que al renunciar
a su país y entregarse a una potencia extranjera, los personajes se convertirán
en partes móviles de una gran máquina, que serán herramientas y se desprenderán
de su humanidad para ser solamente unos objetos de trabajo. En ocasiones, entre
escena y escena, observamos a los personajes vistiendo ropajes grises, cargando
y llevando objetos de un lado a otro de manera sistemática. Son una especie de
corte que aunque parecieran estar aislados de la trama de las escenas en sí, es
parte fundamental del mensaje de la pieza. Esto tiene correlación con estos
ambientes que creaba Strindberg que aunque no parecían tener sentido o parecían
ajenos a la obra, realmente contribuían a darle sentido total a las cosas.
De manera que la pieza contiene unos mensajes muy
importantes acerca de la vida en sociedad, observamos los distintos niveles y
su particular asimilación de la situación de la venta del país, por un lado
tenemos a unos ladrones que no tienen absolutamente nada que perder y por el
otro unos funcionarios públicos que creen tener sus puestos asegurados y su
futuro protegido.
La reflexión importante es entonces observar todos
estos elementos presentes en la obra y mirarnos en un espejo, mirar a esa
sociedad que se entregó a una potencia extranjera por no querer luchar por sí
misma y vernos reflejados allí. Identificar las metáforas utilizadas en la
pieza y llevarlas a nuestra propia realidad, porque realmente “no estamos tan
lejos…”