miércoles, 5 de noviembre de 2014

Reflexión sobre los terceros





La tragedia es un género original de la Antigua Grecia. Se caracteriza por el conflicto entre lo que el personaje central quiere y lo que la sociedad espera de este último, por lo que las pasiones de este personaje siempre lo llevan a un desenlace catastrófico.

En la tragedia de Antígona de Anouilh, se plantea una disputa entre el deber de cumplir las ordenes del rey o cumplir el deber moral de darle sepultura a Polinice; y es esto lo que plantea parte del fragmento asignado en clase: “De cualquier modo, nos hallamos aquí muy lejos del majestuoso camino de la piedad tradicional”, lo que se señala bajo la metáfora de “piedad tradicional” es que entre la disyuntiva de una decisión u otra, se encuentra una catástrofe que no admite la condescendencia de otros por lo que se vuelve inevitable; por ejemplo, aun cuando el rey se compadece de la decisión de Antígona, debe cumplir con su deber de rey y castigar con la muerte el acto cometido por esta. 

Dado lo anterior, podemos acudir a Simone Weil en el poema  de la fuerza. El daño que un hombre hace a otro, a través de ella,  cuando se convierte en objeto de destrucción de sí mismo, sólo puede conseguir el perdón  a través de su semejante donde  puede reconocerse y preguntar: ¿qué le debe a ese otro ser?  Se hace evidente Antígona; cuando Creón, bajo su figura de rey, siendo esclavo de su propio poder, pretende persuadirla para que no cumpla su destino. No es  que realmente esté interesado en conservar su vida o la felicidad de su hijo, sino que se niega a ejercer el papel del “malo”.  En cambio, Antígona es libre, no está apresada a la fuerza del poder y puede elegir morir.

Ambos están unidos a la fuerza de la tragedia, los dos son víctimas y victimarios de ella. ¿Qué les queda? ¿Qué le debe Antígona a Creón y viceversa? La aceptación, reconocer lo inevitable. Por parte de Creón, ser rey y cumplir su deber.  Antígona debe seguir su destino, aunque la duda la embargue  cada momento y muy a pesar de sus miedos, ella ha nacido para morir.

En el ensayo de Steiner “Homero y los eruditos”, este admite que las obras literarias y el teatro buscan rememorar “momentos de crisis o verdades de la condición humana”, e incluso, el autor asegura que el hecho de representar otra vez esos cuentos es “algo más que la historia hecha recuerdo”. Es entonces cuando uno pudiese plantearse ¿Para qué recordar?, es importante tener en cuenta que las tragedias eran narradas para enseñar a la sociedad sobre la importancia de las normas y lo que ocurre cuando estas son vulneradas.

Ahora bien, en lo que respecta al papel de los terceros bien podría interpretarse como insignificante; sin embargo, las acciones llevadas a cabo por los héroes y, en este caso, por Antígona, demuestran lo contrario al repercutir sobre terceras personas. Para ejemplificar se muestra a continuación parte del fragmento asignado en clase que sostiene que: “La falta social se comete sin que yo lo sepa, y afecta a la multiplicidad de terceros a los que nunca miraré a la cara, a quienes no hallaré en el rostro de Dios (…)”, al analizar esto a través de la obra ya citada (Antígona), nos encontramos que debido a la decisión de esta, mueren dos personajes más como consecuencia de un efecto dominó, es decir, con la muerte de Antígona, su prometido Hemón decide sucumbir junto a esta, y la madre de Hemón, al saber la noticia, también decide poner fin a su vida; entonces, es evidente que una determinación por parte del personaje central no solo lleva a la tragedia de sí mismo sino también a la desgracia de terceros.

En el poema “De vuelta al diqué” se plantea: “(…) Y no espero que mi hazaña se recuerde, sé que rompo la ilusión de los hombres”, queda una vez más expuesto que el personaje de la tragedia es consciente de su acción y sus repercusiones, pero al mismo tiempo queda visible la inevitabilidad del suceso; por lo que sin lugar a dudas, viéndolo desde el conflicto de ser o no ser del memorable “Hamlet”, el héroe siempre opta por ser, por ser lo que quiere ser y por ser capaz de cumplir con su propia moral sin importar los efectos a otros.

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